NAVIDADES
2014
De
nuevo he estado entre la humana sociedad.
Una
humana sociedad locamente endemoniada de ego y de frialdad hacia el prójimo.
He
sentido y he escuchado como almas atormentadas, dentro de cuerpos enfermos, pedían
consuelo, ayuda, atención, cuidados, pero el silencio y la frialdad es lo que
recibían por respuesta.
Almas
de seres que llamaban a sus familiares pero solo acudían los miedos, y los
fantasmas de un pasado creado desacertadamente o viceversa.
Almas
de hombres y de mujeres que se lamentaban a gritos “¿Qué he hecho yo? ¿Yo no he
hecho mal a nadie? ¡Ayudadme! ¡Socorro!” mientras en sus habitaciones, sus
propios demonios las atormentaban, y la soledad era, en la grandísima parte de
los casos la recompensa ante tanto dolor y desesperación.
Almas
de hombres, que gritaban aterradoramente, un mantra de oscuridad y de tétrico
sentimiento para desconjurar su dolor y su sufrimiento.
25
de diciembre de 2014.
Una
pálida secuencia de un lugar lleno de dolor y desesperación en donde el egoísmo
humano domina, y la apatía hacia el sufrimiento de los demás es el “pan que se
come en estos lugares de sanación”. Un “pan diabólico” endiabladamente pesado y
doloroso al estómago de las almas que, desesperadas, residen en cuerpos
enfermos y decrépitos, por el proceso de vida llevado y por un sistema falto
del Pan real de la Vida, EL AMOR.
Una
imagen reducida de la humanidad, endiabladamente endemoniada, en donde el gozo
y el sufrimiento conviven juntos en la medida de la “suerte” de cada cual. Una
humanidad en donde la más grande injusticia se realiza para aquellos que han
dado todo por ella.
Una
humanidad que se autolesiona, que se autodestruye, que se autoelimina en una
falta de amor que no se conoce en ninguna parte del Universo.
¡Terrible
imagen infernal de almas en pena, que con desesperación piden ayuda, y consuelo
a aquellos que no están dispuestos a concedérsela!
Ante
tanto sufrimiento, una voz surge de una habitación. Una voz llena de
sufrimiento y de consciencia, que pide ayuda, solo ayuda, nada más que ayuda.
¿Qué
podría hacer yo?
Me
acerqué a esta alma desconsoladamente desesperada, que me llamó con una voz
tierna y dolorosa: “¡Señor, señor, por favor, ayúdeme!”. Me acerqué a esta
señora que no era familiar mío, y le pregunté: “¿Qué necesita señora? No soy
más que un acompañante, no puedo sanarla, pero puedo ayudarla”.
La
ayudé con mis palabras, y luego enviándole personal que la pudiera ayudar, y
antes de irme de allí, le pregunté su nombre, pero antes me presenté yo. "¿Cómo
se llama usted?"
"Me
llamo INMACULADA".
Comprendí
entonces, nuevamente, por su nombre, como el Infierno Humano había olvidado el
sentimiento de Amor hacia el prójimo, y hacia él mismo.
Cuando
me marché, esta señora, dijo: “Dios lo bendiga, gracias, gracias por ayudarme,
yo no he hecho mal a nadie, y me veo en esta situación. ¡Que Dios lo bendiga!”.
Hice
lo que tenía que hacer, lo que mi corazón sentía de hacer por el bien de un
alma desesperada, y me fui a mi lugar de acompañamiento.
25
de diciembre de 2014, NAVIDADES TERRESTRES.
De
nuevo he estado entre la humana sociedad.
Una
humana sociedad locamente endemoniada de ego y de frialdad hacia el prójimo.
¡Un
lugar en donde no me gustaría volver jamás, de no ser para poner todo en su sitio!
Antonio
Pastor L.
Amigo
del Ancestral Reunificador.
Madrid,
H.C.S.C, 25 diciembre 2014
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